Cobre, aluminio, hierro, zinc, acero…
"Llamada candente! Intaglio Copyright®Carmen Alarcón |
Por Carmen
Alarcón Collignon
Son varios los metales que utilizamos los grabadores para
realizar el proceso calcográfico, entre ellos encontramos el cobre, zinc,
aluminio, acero, hierro, etc. Para producir una matriz en estos metales es
necesario tener una idea del tipo de aleación con que se ligo el metal, la
forma en que fue procesado industrialmente y como fue laminado. Una vez elegida
la placa de metal para llevar a cabo una calcografía debemos pulirla y
desengrasarla; todos los metales mencionados necesitan un tratamiento específico
para poder grabarlos, cada uno exige un determinado mordiente; sin embargo
particularmente considero que el metal más noble para la calcografía es el
cobre, gracias a su estabilidad y a su propiedad conductora de electricidad y calor;
por tal razón abordaré un poco las cualidades de este metal.
Debo hablar un poco de historia para mencionar que en la
antigüedad los grabadores utilizaban el cobre martillado; fundían el metal,
hacían un lingote y lo metían al fuego, posteriormente el trozo de cobre al
rojo vivo era colocado en el yunque e iniciaban con el martillado hasta dejarlo
como una lámina de milímetros de espesor, era necesario que la chapa se
martillara de un solo trozo de cobre, esto le daba a la placa para grabar reciedumbre
y estabilidad física; con este método la estructura molecular del metal era
equivalente en cualquier punto de la lámina, permitía al grabador hendir la
punta sin encontrar obstáculo alguno y lograr una línea uniforme en cualquier
dirección.
En nuestros días, gracias a la maleabilidad del cobre es
posible producir láminas en forma mecánica, los grabadores encontramos el cobre
laminado para uso industrial en las comercializadoras de metales, no obstante
estas láminas tienen una estructura en la que sus moléculas se aglutinan
longitudinalmente, esto provoca que el grabador inexperto al realizar un proceso
con la aguja de grabado, encuentre menos fácil la incisión de la placa en el
sentido contrario al que está laminada por la resistencia que opone la
distribución estructural.
Es preciso entender lo anterior; sí se pretendemos
realizar una estampa elaborada con el proceso llamado Punta Seca, que es el método
en el que sin ningún barniz ni protección se hiere el metal con la aguja de
grabar. Los grabadores experimentados debemos saber que sí el cobre está laminado la aguja encuentra
oposición en el sentido contrario a su estructura y provoca que la línea tenga
mayor rebaba en sus bordes, sin embargo si se pretende un trazo con cantos
aterciopelados se puede dejar el reborde de la línea, sí lo que queremos es un
diseño de trazo pulcro es aconsejable pasar suavemente sobre la placa, ya
grabada a la Punta Seca, la pulidora de metal para suavizar los surcos y
conseguir mayor nitidez.
Dentro de las bondades ostentadas por el cobre para que
realicemos con éxito una matriz calcográfica, encontramos la mordida pulcra en
relación con los resultados obtenidos en los otros metales mencionados. Sólo la
plata supera al cobre como sustrato para elaborar una placa grabada al
aguafuerte, sin embargo por el costo y el uso ornamental de este bellísimo
metal, no se utiliza en la calcografía.
Ya mencioné al cobre como un excelente conductor de
calor, ahora hago hincapié en los beneficios de esta cualidad: facilita los
procedimientos en los que debemos aplicar calor a la placa para fijar la brea
cuando estamos realizando una aguatinta. Además es importante hacer notar que
el uso del percloruro de hierro, mordiente generalmente utilizado para los
procesos con cobre, evita los nocivos vapores que otros mordientes emiten.
Se hallan en el mercado distintos tipos de cobre:
recocido, refinado, templado, electrolítico, desoxidado…todos tienen distintas
cualidades así como durezas y calibres (grueso de la lámina) Para saber cuál es
el cobre que debemos comprar es necesario tengamos en cuenta la dureza y el
espesor de la lámina; hará que nuestra labor en el taller sea más agradable.
También es importante conocer el comportamiento de este
metal con las tintas de impresión; más de alguna vez hemos caído en cuenta en
la oxidación que una tinta amarilla provoca en la lámina, sin embargo es
necesario saber que la tinta no se oxida al contacto con el metal, es el cobre
el que se oxida y contamina el color de la tinta, también debemos tomar en
cuenta que si frotamos en demasía al “desentrapar” (quitar el exceso de tinta
de la plancha) la tinta inicia la oxidación de la lámina, por tal razón debemos
manipular lo menos posible ciertas tintas, ya que los pigmentos de los que
están hechas aceleran el proceso de oxidación del metal, producen óxido y cambian
el color de la tinta.
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